miércoles, 18 de noviembre de 2015

Lamia la vampira griega

En todas las mitologías y leyendas a lo largo y ancho de la tierra existen figuras que poco
a poco han ido dando origen a lo que actualmente se conoce como vampiros. Estas
figuras tenían un factor común, la supervivencia a través de la sangre. También es
frecuente encontrar figuras legendarias, asociadas a pueblos y culturas antiguas, que
hablaban de mujeres vampiro.
Seres seductores y mortíferos capaces de sembrar el miedo y el caos entre los hombres.
Este último caso es el de Lamia un personaje femenino de la mitología griega cuya
historia podría resumir la creación de una primera mujer vampiro (como pasaría con
otras figuras como la de Empusa).
El mito griego sitúa a Lamia como reina de Libia. Una joven atractiva, hija de Poseidón y
Libia, llena de encanto y belleza ante la cual Zeus quedó completamente hipnotizado. Un
día Hera descubrió el amor que su Dios le profería a la joven, lo cual hizo que se enfadara
de manera desorbitada y quisiera vengarse de la hermosa reina. El castigo que la Diosa
tenía preparado para Lamia fue desproporcionadamente cruel, tomó a los hijos de esta y
los mató cruelmente (menos a Escila) delante de la misma para que pudiera ver su agonía
y sufrimiento.

A partir de este momento la historia varía un poco. Hay quien dice que no contenta con
eso Hera decidió convertirla en un monstruo, mientras muchos otros aseguran que fue la
enorme tristeza que sintió ante la muerte de sus hijos la que la terminó transformando enese ser con cuerpo de serpiente y pechos de mujer. Sea como fuere, lo cierto es que Hera
maldijo a la ya destrozada Lamia a no poder cerrar los ojos nunca más, de esta forma
siempre podría ver la imagen marcada a fuego de sus hijos agonizando ante la muerte.
Por otro lado, el amor que Zeus sentía por la joven lo condujo a regalarle el don de poder
arrancarse los ojos y así descansar de sus visiones y luego volvérselos a poner. Aún así, el
dolor de Lamia no era mitigado con estos descansos, poco a poco comenzó a tener
envidia de todas las madres que podían disfrutar de sus hijos vivos. Esta rabia interna fue
la que la condujo a matar a esos niños y beber su sangre. Si bien es cierto que al principio
lo hacía seguramente conducida por el dolor y la rabia, posteriormente disfrutaría con
este acto acostumbrándose a sobrevivir gracias a la sangre de dichos niños.

En su Diccionario, Lempriere opina que Lamia es el modelo para los lamiae —pequeños monstruos africanos cuyos siseos son agradables pero que mataban a los niños— y que éstos son actualmente llamados lémures.

En tiempos históricos las madres solían amenazar a sus hijos traviesos con esta historia. John Keats escribió sobre Lamia en Lamia y otros poemas, que estaba basado en Anatomía de la melancolía de Robert Burton.

Mitología Vasca

En la mitología vasca, las lamias son genios mitológicos a menudo descritos con pies de ave, cola de pescado o garras de algún tipo de ave. Casi siempre femeninos, de una extraordinaria belleza, moran en los ríos y las fuentes, donde acostumbran peinar sus largas cabelleras con codiciados peines de oro. Suelen ser amables y la única forma de enfurecerlas es robarles sus peines. Se dice también en los distintos pueblos que ellas han ayudado a los hombres en la construcción de dólmenes,cromlech y puentes.

A veces se enamoran de los mortales, pero no pueden casarse con ellos, pues no pueden pisar tierra consagrada. En ocasiones tenían hijos con ellos. En otras leyendas son mitad humanos y mitad peces. Otras dicen que no son más que la diosa Mari.

Cuenta una leyenda que una vez una mujer le robó el peine de oro a una lamia y ésta, enfurecida, la trató de maldecir, pero no lo logró puesto que sonó la campana de la iglesia y eso la salvó.

Folclore Búlgaro

En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan. Se alimenta de la sangre de la gente o, más frecuentemente, matando mujeres jóvenes. Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo. En algunas historias tiene alas, en otras su respiración es de fuego. La lamia no tiene género pero suele ser considerada femenina.

De esta manera, tal vez, este ser mítico pueda ser considerado, como el origen de lo que hoy conocemos, como la vampira moderna.

martes, 10 de noviembre de 2015

Sísifo el que engaño a la muerte


Muchas personas han, soñado con engañar a la muerte para asi vivir eternante, pero Pocas personas, la han logrado burlar, pero ninguna como la leyenda del hombre más astuto de la mitología griega que fue capaz de engañar a los mismos dioses.
Sísifo, astuto rey de Corinto, vio de cerca el rapto de la ninfa Egina. Pero guardó el secreto, hasta que llegara la ocasión de sacarle provecho. 
Esperó que el río Asopo, padre de la joven pasara por sus tierras en busca de su hija. Y primero le exigió que hiciese brotar una fuente cristalina en la ciudadela de su reino. Luego le contó que el raptor de Egina era Zeus. 
El señor del Olimpo, irritado por la delación, llamo a Tánatos (la muerte) y le mandó a arrojar a los infiernos al rey de Corinto. 
Figura siniestra, envuelta en negros ropajes habitante del Hades, hermano del Sueño, Tánatos llegó súbitamente a las tierras de Sísifo. 
La tétrica presencia no atemorizo al astuto soberano. Con mucha maña y mucho arte, Sísifo engaño al dios de la muerte. Lo invito amablemente a entrar por una puerta y, cuando Tánatos se dio cuenta de lo que había pasado, se encontró aprisionado en un calabozo. Por largo tiempo nadie murió en el mundo. 
Hades estaba triste y alarmado. Los campos del mundo Inferior no se enriquecían con nuevas almas. La barca de Caronte yacía varada en un rincón, sin utilidad ni función. Era preciso restituir al mundo su orden natural. El dios de los muertos recurrió a su hermano Zeus. 
Sabiendo que Sísifo tenía preso a Tánatos, el padre de los dioses envió a Ares para obligar al primero a libertar a su terrible cautivo. Y la primera víctima de la muerte habría de ser el propio delator de Zeus. Al  rey de Corinto no le quedó  más que obedecer. 
Se preparó, pues, para seguir a Tánatos a los infiernos; antes sin embargo, pidió un momento para despedirse de su esposa. En ese instante en su despedida, le recomendó vivamente, casi le ordeno que no lo enterrase ni le hiciese funerales. Y aunque sin comprender las razones del marido, la mujer obedeció. 
En el centro de la tierra, Sísifo se lamentaba día y noche. Se quejaba de no haber tenido honras fúnebres. De que la esposa ingrata no lo hubiera sepultado. Necesitaba volver a la superficie de la tierra para castigarla por tamaña negligencia. 
Tanto se lamentó y tanto pidió, que Hades acabó compadeciéndose de él y le permitió retornar al mundo por un corto tiempo. 
Apenas dejó el Hades, el astuto Sísifo tomó rumbos lejanos y la firme resolución de no volver a ver nunca las sombras infernales. 
Sin embargo, un día muchos años después, le faltaron las fuerzas para seguir viviendo. Estaba demasiado viejo. Ya no tenía energías para engañar a la Muerte. Y fue nuevamente arrastrado a los subterráneos del mundo. 
Plutón que jamás había olvidado la fuga de Sísifo, al recibirlo por segunda vez tomó todas las precauciones para mantenerlo en su dominio. Le impuso una tarea que no le permitiese ni un minuto de descanso e impidiera cualquier evasión: empujar montaña arriba una enorme piedra, que siempre se le escapa de las manos al llegar cerca de la cima. Y así,  perpetuamente, el condenado que osara engañar a la Muerte desciende por la ladera para retomar la piedra y recomienza su tarea sin fin y sin objetivo. 

  

viernes, 6 de noviembre de 2015

Inframundo mexica


El mictlan, para nuestro mexico prehispanico, era un lugar donde comenzaba y terminaba la vida una dualidad muy común por las culturas ancestrales, en donde se veneraba con respeto, pues para comenzar la vida tenían que morir. De ahí tanta adoración a la muerte, fuera de eso nuestra cultura es muy rica en creencias aquí un fragmento de la explicación de la vida desde el mictlan proveniente del libro "Los Antiguos Mexicanos”, libro de Miguel León Portilla.


“Y luego fue Quetzalocoatl al Mictlán, se acercó a Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl y en seguida les dijo: vengo en busca de los huesos preciosos que tú guardas, vengo a tomarlos  y le dijo Mictlantecuhtli:


-“Que harás con ellos, Quetzalcoatl?


y una vez más dijo (Quetzalcoatl)


-Los dioses se preocupan porque alguien viva en la tierra.


 Y respondió Mictlantecuhtli:


-Está bien, haz sonar mi caracol y da vuelta cuatro veces alrededor de mi círculo precioso”.


Pero cuando Quetzalcoatl recogió los huesos y se alejó,  tropezó cayendo al suelo, donde se esparcieron los huesos. Cuando finalmente logró salir, los bañó con su sangre, a la vez que los dioses hicieron penitencia, logrando así el nacimiento de los humanos. A lo largo de la concepción azteca se repite el concepto dual de la creación y existencia, pues de los huesos de los muertos, nació la vida, pero a su muerte es allí, al círculo precioso, a donde deben regresar. Al librar todas las batallas, los señores de la muerte liberaban a los muertos de su “tonalli”, el alma, logrando así el descanso anhelado; recibían una grata compensación.  Al caer la tarde, Tonatiuh bajaba a iluminar el Mictlán y todo era paz y calma.





Mictlan o Mitlán, era el nivel inferior de la tierra de los muertos, y se encontraba muy al norte. Los guerreros que morían en el campo de batalla y las mujeres que morían en el parto no iban al Mictlan después de la muerte, estos iban al Ilhuicatl Tonatiuh(Camino del Sol); los "muertos por agua" (ahogados, tocados por un rayo o de hidropesía) iban al Tlalocan y los pequeños muertos antes de nacer regresaban al Chichihuacauhco (Lugar del árbol amamantador).
Para llegar al descanso eterno, se tenia que hacer un duro viaje desde la Tierra a Mictlan, pero les ayuda el guardián del más allá Xólotl (Perro gigante). El Mictlan estaba formado de 9 lugares, 8 tenían retos para los muertos y en el 9 -el más profundo- podían alcanzar el descanso eterno.

Las nueve dimensiones del Mictlan eran:

1.- Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso, la única manera de cruzarlo era con ayuda de Xólotl. Si en vida no se había tratado bien a algún perro, el muerto se quedaba en esta dimensión por la eternidad.
2.- Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros chocan entre si.
3.- Iztepetl: Cerro de navajas, este lugar se encontraba erizado de pedernales.
4.- Izteecayan: Lugar en el que sopla el viento de navajas, este era un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas y nevaba copiosamente.
5.- Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho páramos que había que recorrer.
6.- Timiminaloayan: El lugar donde flechan, aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.
7.- Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. En este pasaje, una fiera salvaje abría el pecho del difunto para comerle el corazón, ya que sin este órgano, la persona caía en un charco donde era ferozmente perseguida por un caimán.
8.- Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que enceguece, en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de llegar al sitio donde le esperaba su descanso mortal.
9.- Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la muerte.
Después de pasar todos estos obstáculos, se llega a la liberación de su tonalli (alma). El viaje póstumo dura cuatro años.

El rey de Mictlan era Mictlantecuhtli, y la reina era Mictecacíhuatl. Entre los demás dioses de Mictlan se encuentran , Acolmiztli, Chalmecacíhualt, Chalmecatl y Acolnahuácatl.


Mictecacihuatl, en náhuatl "Señora de la muerte", tenìa como propósito vigilar los huesos de los muertos. Ella presidía los festivales Aztecas hechos en honor de los muertos (que evolucionaron con la incorporación del cristianismo hasta el Día de Muertos contemporáneo), es conocida como la "Dama de la Muerte", ya que se cree que murió al nacer. 


                                            
Mictlantecuhtli también era llamado Popocatzin, del "popo" humo, por lo tanto era el dios de las sombras. Juntamente con su esposa Mictecacíhuatl, regía el mundo subterráneo o reino de Mictlán. Ejercía su soberanía sobre los "nueve ríos subterráneos" y sobre las almas de los muertos. Se le representa como el esqueleto de un humano con una calavera con muchos dientes. Asociado con las arañas, los murciélagos y los búhos, al ser dibujado se representaba con cabello negro y con ojos estelares o estrellas.

Xólotl era también el dios de fuego y de la mala suerte. Era gemelo de Quetzalcóatl, y la personificación maligna de Venus. Protege al Sol cuando viaja a través del inframundo durante la noche. También llevo adelante al género humano y le entregó el fuego de la sabiduría. En el arte, Xólotl fue representado como un esqueleto, un hombre con cabeza de perro.


El nombre xoloitzcuintle (náhuatl: xólotl-itzcuintli, Perro de Xólotl, Perro monstruoso) hace la referencia a Xólotl porque, históricamente, una de las misiones de este perro debía acompañar a los muertos en su viaje en la eternidad, del mismo modo en que el dios era acompañante del viaje del Sol por el inframundo. A pesar de este lugar prominente en la mitología, la carne del Xoloitzcuintle era gran parte de la dieta de algunos pueblos de Mesoamérica.